23 abr 2016

"Ceguera"

¡Feliz día de Aragón! ¡Feliz San Jorge! ¡Feliz día del libro!

***

¿Sabes lo que le pasa a un ciego
cuando le cantas al oído?
Que sería capaz de rendirse,
de arrancarse los ojos,
para venderlos a cambio
de esos susurros
que le hacen
ver
las estrellas.


Un día
traté de cerrar los míos
buscando entre mis pestañas
alguna de tus melodías,
pero yo no fui tan cobarde
y seguí luchando
para recuperar la vista.

Y ahora estoy lista
para enseñarle
a todos aquellos que creen
que la mirada es lo único que no envejece,
que por mucho que los ojos ven
no siempre hay corazón que siente.

Así que trata de ser valiente
y agradece a ese canto
que hará que ruegues de rodillas
para que alguien te peguen los párpados,
el regalo que te ha propinado
ahora que no podrás
abrir los ojos al besar,
y sólo
sentirás.

Se que yo sería algo así
como el perro del ciego,
el lazarillo al que castigan
sin pan
o al que a ostias le enseñan
que aquí el que no corre vuela.
Y yo con el puto vicio
de no echar a correr
por quedarme a guíar
a los que no ven, porque no quieren ver...
en vez de huir,
para salvar mi propio culo
cuando aún estoy a tiempo.

A ver si un día de estos por fin aprendo.
Si dejo de dar aquello
que me gustaría recibir
creyendo que así
me gano un sitio en el cielo,
porque está claro
que por mucho que alumbre el camino al marinero
al ciego,
al que ciega,
o al que se tapa los ojos -con su miedo-,
yo ya he nacido en el infierno.
Y mi sitio está aquí
abrasándome a fuego lento,
disfrutando del olor a muerto
aunque sepa que nadie
vendrá a traerme flores
porque ellos seguirán diciendo
mientras escupen
en todos
y cada uno
de mis buenos intentos,
que nadie les ayudó
a alzar el vuelo.




9 abr 2016

Exijo, descubrir.























A la vida hay que exigirle mucho. A la vida hay que exigirle bien. Porque no te preocupes que ella ya se ocupará de exigirte a ti cuando menos te lo esperes y por la razón más insospechada. Un día sales de casa y búm. Un día vuelves de un chequeo rutinario y zas. Un día coges el coche y pam. Es siempre más tarde de lo que te crees. Cualquier día te cambian las reglas de este juego al que llamamos vida, y lo hacen sin que nadie te pida permiso y sin avisar. Así que plantéatelo ahora o atente a las consecuencias. Porque puede que jamás exista un espérate, porque puede que para ti no haya previsto un después.
Por eso, yo exijo. Exijo sentir cosas todos los días. Buenas, malas y regulares. Todas y cada una de ellas. Me da igual. Miedo, asco, rabia, ira, sorpresa, alegría y tristeza. Porque un día sin emociones es un día perdido.Y porque ahí donde la emoción manda, es siempre donde ocurren las cosas, es donde yo exijo estar.
Yo exijo. Exijo no pasar ni un sólo día sin estar enamorado. No hablo de estar acomodado. Ni de dejarme simplemente llevar por la inercia. No. Exijo mariposas todos los días. Y exijo también a alguien a mi lado que las quiera mantener más allá de lo razonable, más allá de lo racional. Alguien que esté dispuesta a dejarse la vida en el intento. Y que quiera casarse cada día conmigo. Y que lo demuestre en cada tempestad. Exijo que se lo curre tanto o más que yo. Y si no, no me vale la pena ni el simple hecho ya no de estar en pareja, sino de respirar. Ah y una cosa más. Exijo que la prudencia se tome vacaciones eternas conmigo. Porque jamás me ha garantizado nada el hecho de ir poco a poco. Ni me ha hecho más feliz. Exijo que deponga sus armas hasta que me asegure que mientras yo sea prudente, nada de lo que me gusta se va a terminar.
Yo exijo. Exijo viajar hasta que el cuerpo aguante. Cada rincón del planeta esconde algo o alguien que tiene algo que enseñarme, cada kilómetro recorrido es otra lección de la que aprender. Soy consciente de que hay casi doscientos países en el mundo, y que yo habré visto siempre muy pocos, con mucha suerte llegaré a conocer la mitad. Y sobre todo, lo más importante, habré estado siempre en menos de los que visité. Un destino es una oportunidad para reencontrarse. Un hogar es donde vacías tus maletas. Y un origen es donde dejas que crezcan los recuerdos. Por eso, por mucho que te alejes, ellos se crecen más.

[...]

Pero es que yo exijo también conversaciones. Conocer gente que me aporte algo interesante. Dejar de perder el tiempo con historias tóxicas y desgastadas. Exijo una vida sin capullos, sin mediocres, sin gilipollas, que ya tengo bastante conmigo. Y ponerme a sumar. Siempre sumar. Cada vez me queda menos tiempo para desperdiciar. Así que me he vuelto muy exigente con el tiempo que le dedico a cualquier prójimo. No porque no lo merezcan, o porque yo me crea especial. No tiene nada que ver con eso. Sino con la sensación de unicidad, de que esto que puedo vivir hoy tiene fecha de caducidad. Cada minuto que te dedico, se lo estoy quitando a los demás. Así que me tiene que valer la pena. Algo me tiene que aportar. Dejarse de tonterías e ir al grano. No es una pose. Es una obsesión por aprovechar cada oportunidad.

[...]

Yo le exijo todo esto a la vida.
Y lo más importante, como sé que no está en sus planes proporcionármelo, no pienso quedarme de brazos cruzados esperando a que me lo facilite.
Lo pienso ir a buscar.

('Je demande' - Risto Mejide)

¡me he mudado!

¡nos trasladamos, familia! no es ningún secreto que este capítulo acabó hace tiempo, pero dejarlo medio abierto dando falsas esperanzas ta...