14 mar 2016

3 años desde la eclosión.


Dale al play y acompaña tu lectura con el que se ha convertido en un himno para mi. Gracias.

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18:42.

La vida, es puta.
Es placer, 
usada, 
tirana,
adictiva.

 El 20 de febrero, cumplimos -y no digo cumplí- tres años desde que empezó todo esto.
Como si de el nacimiento de un niño se tratara, pocos me visteis abrir los ojos y aguantar los primeros golpes que se reciben para empezar a llorar y  así poder después disfrutar de las primeras bocanadas de aire, pero poco a poco os fuisteis siendo más los que os unisteis a ver como sobre mis pies descalzos, iba emprendiendo un camino, del que no quedé indiferente.

También me gusta decir que fue como la eclosión. El momento en el que rompí el cascaron sin saber lo que me esperaba, solo siendo consciente de que ya era el momento, dejándome llevar por lo que me pedía el alma.

Polluelo o juventud son dos versiones abstractas a las que bien sabéis que pertenezco, pero lo que está claro es que también me sentí periodista y os juré y re juré que algún día me veríais al frente de alguna revista donde poder expresarme, ya que era mi gran pasión.
La crisis llegó, y cual cierzo en un día cualquiera en Zaragoza apagó todas las ilusiones a quienes esperaban algo del periodismo. Quizá por eso, quizá porque la eclosión implica evolución y ya está, también fui mas emo que nunca, desnudando mis sentimientos, humedeciendo mis mejillas más veces de las que pestañeaba y haciendo latente la tragedia pero oye, a día de hoy ese baño de agua salada me ha ido curando las heridas.
De la oscuridad mi mente dio un salto gigantesco hacia la moda, donde creí haber encontrado un hueco como si fuese tan sencillo dejar de buscar ese beso que nadie me daba y que lentamente iba cavando un hoyo en mi interior para encontrar un rato diario para ponerme ante la cámara a explicar lo que llevaba puesto. Y ahora lo admito, para mi era como si me apuntasen con el dedo unas expectativas, propias, demasiado altas que me resultaron imposibles de alcanzar.
Mientras que rebuscaba entre mi armario o trataba de recomponerme aquellos días en los que se me olvidaba que el sufrimiento es opcional y yo no lo quería escoger, me di cuenta de que tras abandonar ese etapa quería girar 360 grados hasta marearme tanto que no recordase nada.
Y así surgió este rincón con su más simple estética, la más sencilla de sus versiones hasta el momento. Y la que me ayudaría a dejar de buscar, y simplemente ser. Porque sí, empecé con la ilusión del niño que estrena juguete pero por el camino se perdieron las ganas por tratar desesperadamente crecer de golpe. Suerte que frené a tiempo. Suerte que recapacité y volví a querer mostrar esto, que no es otra cosa que yo. Mi vida; fotografías y palabras. Imágenes y reflexiones. A corazón abierto. Evité la colisión y muerte segura.

Y esto es, a pequeños rasgos, lo que hemos vivido. Y así... casi sin darnos cuenta. Casi sin darme cuenta algunos días de que tenía una segunda familia siempre al otro lado de la pantalla con el hombro esperando a ser empapado o simplemente con las ganas de verme, como en tantas ocasiones, empezar a hablar y hablar y hablar sobre mis frecuentes delirios. Otros sintiendo que me faltaba algo y percatándome de que erais vosotros, alguno de esos días en los que no os podía dedicar un momento. (ya sabéis que los estudios siempre me han tenido retenida en ciertas fechas)

Y también os confieso que hoy por hoy estoy un poco asustada. Me aterra recordar que antes era imprescindible para mi sentarme con vosotros y que se pasaran las horas como ahora pasan los meses mientras cierro y abro los ojos. Fugazmente.
Ya no soy esa chica en 1º con ganas de explorar y mejorar con el tiempo, sino una asustada que quiere detenerlo aunque solo sea unos segundos. Porque no se en que momento dejé que echase a correr y me sacase tanta ventaja... que se alejase tanto de esas entradas en las que os prometía que jamás os abandonaría. Siempre fuisteis, sois, y seréis, una parte muy bonita de mi rutina. Y aunque imprescindible en el pasado, inolvidable ahora y para toda mi existencia.
Por eso siempre estaré en deuda con vosotros. Por hacer que por unos años pudiese invertir mis tardes sin sentir que las malgastaba, y porque hasta cuando huía para no perderme mientras avanzaba, nunca quisisteis soltarme de la mano.




Hace un año brindaba por muchos más juntos, codo con codo.
Ahora os pido que dejéis a un lado las copas y que tan solo seáis tan putas como la vida: aprovechando los momentos de placer -que no se repiten- siempre que se os presenten, usándola al máximo como ella a veces hace con nosotros, pecando, aunque solo sea una pizca, de tiranos si intentan pisaros y disfrutando de la adicción. Porque os diré otra cosa que he aprendido este tiempo sin con vosotros: Un día empiezas a asustarte cuando te das cuenta de que el presente es un mito y las mariposas que desde el estómago te impulsan para lanzarte a cualquier aventura que vivas enseguida serán recuerdos, pero termina siendo adictivo y los coleccionas. A veces con los ojos empañados en melancolía y otros con el mismo sonido de bienvenida del primer día, o con el tacto del abrazo de aquellos que aparecieron de la nada para convertirse en tanto.


O en mi caso, con el sabor de ese beso que un día creí que estaba perdido por ahí, defectuoso. Hasta que comprendí que únicamente mi saliva puede sanarme.

Así que quereros, y mucho.

Hoy no solo se celebra un tercer aniversario, sino las primeras palabras de esa criatura a la que visteis llegar al mundo, que son el signo de que ya nunca dependerá al 100% de su madre, y todo lo que le queda por delante es aprender por si solo, y sencillamente... VIVIR.

(Pero eh, que esto no os suene a carta de suicidio, porque no es un adiós, es un gracias por seguir ahí y una invitación a seguir estándolo cuando por mi cabeza -desde mi pecho izquierdo- se pasen algunas frases dignas de compartir.)



¡Felicidades, familia reader!

¡me he mudado!

¡nos trasladamos, familia! no es ningún secreto que este capítulo acabó hace tiempo, pero dejarlo medio abierto dando falsas esperanzas ta...